La historia de Gep Gardanella y sus vaivenes entre la seducción del devenir mundano de una Roma que decadente y light se rinde a la transculturización global , las fiestas pomposas de champagne, drogas, y músicas para monitos y la búsqueda triste y frustrada de una inspiración a la que él por decisión propia ha estado deteniendo por años y años: volver a escribir una nueva obra maestra.
Este devenir del artista clásico contenido por la sucesión de miles de años en una ciudad que es la estaca de la cultura judeo cristiana, llamada la cittá bella, pasa ante nuestros ojos de la mano de las formas sin fondos, de las máscaras de la sonrisa y del que todo va bene, sin embargo debajo subyace un mundo que se ha perdido, desvanecido sin pompas, sin treguas, sin prensa.
Ese mundo está vivo en Roma, que duda cabe!!! se vé, se camina, se siente desde esa óptica del turista maravillado al que Paolo Sorrentino (gran hallazgo del nuevo cine italiano) asesina de entrada una vez ha gatillado su tercer ojo marca Cannon.
Quien vé no es necesariamente quien reconstruye reza el guión en su trasfondo, quien vé Roma es quien la vive también, y todo pasa como si fueran visitantes extraños en el lugar que supuestamente está creado para re crear el mundo desde la gran belleza de la contemplación y el simple estar.
Gardanella prefiere estar en el mundo de esos seres sin vida, estáticos y livianos porque para él Roma es un espacio necesario para reinventarse como escritor, lo sabe, lo intuye, sin embargo es uno más de todos nsosotros en el mundo de hoy; participante de una mediocridad y una vida patética donde él se ha autoimpuesto ser el rey. "Yo no quería ser un hombre mundano, quería ser el rey de los mundanos. Yo no sólo quería participar en las fiestas, quería tener el poder de hacerlas fracasar". Mala elección pero con una sustancia particular: Gep crea un personaje para sobrevivir en este mundo actual,
tal como lo hacemos millones de seres humanos hoy con nuestras vidas. Buscamos la sonrisa vana, la carcajada idiota, el consumo de lo tonto y vacío y la fiesta interminable porque es ahí donde creemos que estamos con vida, resguardados, salvados del miedo a sufrir.
Pero Gep tenía en el fondo ese poder de estar y salir, de saber su fondo. Ser cínico es para él su forma de contención, sabe que hacer fracasar las fiestas es liberarse y encontrarse con su verdadero valor, ahí reside su redención. Sabe que existe ese entorno vivo aún al que vé de reojo pero que a la vez sabe disfrutar si encuentra al hombre de las 7 llaves que resguardan la belleza del arte, que aún manteniendo relaciones lights puede abrirse a una aventura algo más amorosa que las de costumbre, sabe que no hay mayor placer que caminar en piazza nabona de noche con una amante o que transitar a las orillas del tíber son un regalo para el alma. Gep sabe que hay algo que está y que no vemos, o que vemos y pasamos de largo porque todo está diseñado para la alta velocidad.
Entonces basta encontarse con algo a lo que todos tememos y que se llama: Retorno.
Retornar es un arte porque implica dolor y para hacerlo hay que ser valiente y conectarse con la profundidad de las raíces de uno mismo y por ende de la civilización entera. Retornar es atesorar las cortas oportunidades que nos regalan las obras del hombre, los gestos, los amores, los afectos. Retornar es la lentitud de la contemplación y del hacer las cosas pensadas en eternidades más que en deshechos.
Aquí es donde subyace la gran lección de este film, una obra de arte magistral que nos regala la oportunidad de mirarnos, de mirar el mundo y de retornar al placer de ser uno mismo así como se és.
Y porque natura da e non presta; el amor puede ser una enfermedad pero es un ancla que está en el fondo del corazón de cada ser humano. El amor consumado o no es finalmente esa raíz vital donde finalmente puede sanar hasta el más enfermo, esto es, saber que fuimos amados alguna vez y que uno alguna vez también amó a otro ser humano. Esa es la Grande Bellezza finalmente.